Vivimos en un mundo donde todo es prisa, un mundo sin tiempo para nada más que nuestros asuntos, y algunas veces ni eso, carreras por aquí y por allá, preocupaciones, pendientes, tareas, en fín, estamos llenos de tantas cosas que pocas veces nos ponemos a pensar en los milagros que ocurren a nuestro alrededor. Cuando escuchamos o leemos historias de tiempos antiguos, en donde un ciego de nacimiento recobra la visión con solo una aplicación de lodo en sus ojos, ni siquiera consideramos que un milagro como ese o como los que ocurrían en "aquellos tiempos" puedan ser reales, se nos olvidó poner la atención suficiente para ver a nuestro alrededor y maravillarnos de los milagros de ése tamaño o más grandes que ocurren cada día en nuestro entorno, y cuando pasan, por más que estén frente a nosotros creemos que es demasiado bueno para ser verdad y lo atribuímos a cualquier cosa menos a Dios, lo atribuimos a la casualidad o a la suerte, algunas veces incluso a la "mala suerte...