Hoy me despierto con aires nuevos, cargados de promesas y de frescura, siento como el sol calienta mi existencia y funde en mi momentos que quedarán en mi alma eternamente. Siento el viento acariciar mi rostro y pienso en lo afortunada que soy al darme cuenta de esa suave caricia porque la vida pasa tan rápido que en estos tiempos de bullicio y frivolidades, los pequeños detalles han quedado en el olvido...
Mi corazón es hoy un profundo mar de recuerdos, de sentimientos y de esperanzas, decidí navegar dentro de él para no dejar olvidados momentos que alguna vez quizé guardar o descartar, porque al final cada momento y cada detalle me hace ser lo que soy en este instante, no me arrepiento de lo que pudo ser y menos de lo que fué, porque cada cosa en su momento tenía su propio peso, su importancia y su razón...
Mi viaje durará lo que tenga que durar, he estado en lugares maravillosos y llenos de magia y color, también he visitado otros que no dejan de serlo a pesar de la niebla y del frio, hay algunos otros que no tienen algo especial por si mismos, pero cada uno de estos lugares me enseña hoy que jamás desaparecerán porque son parte de mi esencia, parte de mi existir y que el verdadero valor de la vida no es borrarlos de la mente o del corazón, ni generar sentimientos desgastantes, ni vivir en esos lugares por oscuros o iluminados que sean, no! el verdadero valor de la vida es sentirse orgulloso de lo que se construye porque a lo largo de la vida habrá que demoler construcciones, desechar o reciclar los escombros, limpiar el área y luego levantar nuevas construcciones mientras nos quede fuerza y energía en el corazón.
No se trata de eliminar el pasado, si no de estar consientes que ese tiempo ya pasó y aprender a vivir hoy, en este momento...
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