Sentada en la arena, siento la brisa que acaricia mi mente, tomo un breve respiro y el murmullo entra en mi alma inundando cada espacio y llenándome de una inquietante tranquilidad. Veo a mi alrededor y no hay más que una gaviota llena de júbilo y de vida, batiendo sus alas al declarar la libertar de estar y de ser, una gaviota que acompaña a mi pensamiento, a mi respiración.
Sumergida en mis ideas, la suave espuma del mar roza mis pies y abraza mi vida con la frescura mezclada entre la calidez del sol y el suave viento que toca todo mi cuerpo, de pronto una estrella aparece en el firmamento, la veo y disfruto de su tenue luz, quedo paralizada al observar ese brillo que de cierta manera me parece extraño, tan extraño como respirar al agua salada, tan extraño como beber el arena caliente o es solo que no estoy acostumbrada a ver estrellas bajo la luz del sol.
Sumergida en mis ideas, la suave espuma del mar roza mis pies y abraza mi vida con la frescura mezclada entre la calidez del sol y el suave viento que toca todo mi cuerpo, de pronto una estrella aparece en el firmamento, la veo y disfruto de su tenue luz, quedo paralizada al observar ese brillo que de cierta manera me parece extraño, tan extraño como respirar al agua salada, tan extraño como beber el arena caliente o es solo que no estoy acostumbrada a ver estrellas bajo la luz del sol.
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