Vivimos en un mundo donde todo es prisa, un mundo sin tiempo para nada más que nuestros asuntos, y algunas veces ni eso, carreras por aquí y por allá, preocupaciones, pendientes, tareas, en fín, estamos llenos de tantas cosas que pocas veces nos ponemos a pensar en los milagros que ocurren a nuestro alrededor.
Cuando escuchamos o leemos historias de tiempos antiguos, en donde un ciego de nacimiento recobra la visión con solo una aplicación de lodo en sus ojos, ni siquiera consideramos que un milagro como ese o como los que ocurrían en "aquellos tiempos" puedan ser reales, se nos olvidó poner la atención suficiente para ver a nuestro alrededor y maravillarnos de los milagros de ése tamaño o más grandes que ocurren cada día en nuestro entorno, y cuando pasan, por más que estén frente a nosotros creemos que es demasiado bueno para ser verdad y lo atribuímos a cualquier cosa menos a Dios, lo atribuimos a la casualidad o a la suerte, algunas veces incluso a la "mala suerte", de acuerdo al tipo de milagro que observamos, si es (o al menos lo parece) cómodo para nosotros o para los que nos rodean.
Algunos de los milagros damos por hecho que así son las cosas y pasamos por la vida sin notar ni tan siquiera nuestra propia existencia. Solo abrir los ojos en la mañana es un milagro enorme, talvez estamos cansados de tantas frases que se han vuelto un cliché como "hay que agradecer por la salud" o "porque tenemos los brazos y los pies" o "agradecer por tener trabajo", etc... Lo cierto es que hasta que nos falta algo apreciamos realmente el valor de las cosas, pero luego, cuando la tormenta pasa volvemos a nuestra ignorancia selectiva dejando de notar las cosas importantes, dejando de notarnos. Luego de ésto nos preguntamos el por qué nadie me respeta, o por qué no me notan, cómo van a notarte si nosotros mismos hemos dejado de notarnos hace mucho tiempo. Un ejemplo de ésto que digo es cuando te lastimas, no sé, digamos un dedo de la mano, puede ser una pequeña cortada y pensemos que fué el dedo meñique, solo con ese malestar en esa parte que aparentemente usamos poco o casi nada, la vida cambia, y al contrario de la creencia popular, éste acontecimiento lejos de ser un problema se vuelve una oportunidad que nos da la vida de notar nuestra mano, porque estoy segura que ponemos más atención y hasta llegamos a "sentir" la mano completa, especialmente cuando notamos la importancia que tiene ese pequeño dedo lastimado.
En otras palabras, no es que los milagros tal y como nos han contado que son han dejado de suceder, es más bien que dejamos de ver hacia adentro de nuestro ser para centrarnos en todo lo exterior.
Hay muchos milagros a nuestro alrededor, aprendamos a notarlos y a maravillarnos de ellos como lo hicimos hace algún tiempo, sin barreras, sin programación mental impuesta, sin miedos, sin que la mente interfiera, únicamente con el corazón abierto y libres como lo hacen los ojos de un niño.
Carol.
Cuando escuchamos o leemos historias de tiempos antiguos, en donde un ciego de nacimiento recobra la visión con solo una aplicación de lodo en sus ojos, ni siquiera consideramos que un milagro como ese o como los que ocurrían en "aquellos tiempos" puedan ser reales, se nos olvidó poner la atención suficiente para ver a nuestro alrededor y maravillarnos de los milagros de ése tamaño o más grandes que ocurren cada día en nuestro entorno, y cuando pasan, por más que estén frente a nosotros creemos que es demasiado bueno para ser verdad y lo atribuímos a cualquier cosa menos a Dios, lo atribuimos a la casualidad o a la suerte, algunas veces incluso a la "mala suerte", de acuerdo al tipo de milagro que observamos, si es (o al menos lo parece) cómodo para nosotros o para los que nos rodean.
Algunos de los milagros damos por hecho que así son las cosas y pasamos por la vida sin notar ni tan siquiera nuestra propia existencia. Solo abrir los ojos en la mañana es un milagro enorme, talvez estamos cansados de tantas frases que se han vuelto un cliché como "hay que agradecer por la salud" o "porque tenemos los brazos y los pies" o "agradecer por tener trabajo", etc... Lo cierto es que hasta que nos falta algo apreciamos realmente el valor de las cosas, pero luego, cuando la tormenta pasa volvemos a nuestra ignorancia selectiva dejando de notar las cosas importantes, dejando de notarnos. Luego de ésto nos preguntamos el por qué nadie me respeta, o por qué no me notan, cómo van a notarte si nosotros mismos hemos dejado de notarnos hace mucho tiempo. Un ejemplo de ésto que digo es cuando te lastimas, no sé, digamos un dedo de la mano, puede ser una pequeña cortada y pensemos que fué el dedo meñique, solo con ese malestar en esa parte que aparentemente usamos poco o casi nada, la vida cambia, y al contrario de la creencia popular, éste acontecimiento lejos de ser un problema se vuelve una oportunidad que nos da la vida de notar nuestra mano, porque estoy segura que ponemos más atención y hasta llegamos a "sentir" la mano completa, especialmente cuando notamos la importancia que tiene ese pequeño dedo lastimado.
En otras palabras, no es que los milagros tal y como nos han contado que son han dejado de suceder, es más bien que dejamos de ver hacia adentro de nuestro ser para centrarnos en todo lo exterior.
Hay muchos milagros a nuestro alrededor, aprendamos a notarlos y a maravillarnos de ellos como lo hicimos hace algún tiempo, sin barreras, sin programación mental impuesta, sin miedos, sin que la mente interfiera, únicamente con el corazón abierto y libres como lo hacen los ojos de un niño.
Carol.
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